martes, 8 de marzo de 2016

El Evangelio del Legalismo

El Evangelio del Legalismo

Muchos cristianos contemporáneos han aceptado el evangelio del legalismo. Creyentes en la Reforma tradicional tienden a explicar el legalismo como un intento de ganarse la salvación por las obras del hombre. Pero para el cristiano genuino salvado por gracia, el legalismo es más profundo que eso. Los legalistas son personas que creen que la salvación es solo por gracia, pero la santificación viene por sus esfuerzos y su trabajo duro para ser “buenos cristianos”.
El legalista tiende a  empujar su propio estándar personal a todos los demás. Es rápido para juzgar los motivos de los que tiene a su alrededor, y suele pensar lo peor de ellos y de sus intenciones. Los legalistas confunden la obediencia al Señor con tratar de servir a Dios en su propio esfuerzo. Ellos exigen a otros hacer cosas que ellos mismos nunca harían. Ellos consideran que los pecados de los demás son mas graves y severos que los suyos. (Philip Yancey describe a los legalistas de una manera perfecta cuando dice: “Los cristianos legalistas se enfadan mucho contra otros cristianos cuando pecan de manera diferente a como lo hacen ellos mismos.”)
El legalista también siente que tiene el derecho de entrometerse como un intruso en la vida de los demás, o como Pedro lo comentó: “Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida, ladrón o malhechor, o por entrometerse en lo ajeno.” 1 Pedro 4:15.
Están ciegos a su propia santurronería, y se sienten orgullosos de estar limpios en lo exterior (Sin darse cuenta que están sucios en el interior). Por todas estas razones, ellos sin quererlo traen mucho pesar y dolores de cabeza en la vida de los demás; al mismo tiempo, entristece observar que ellos no se dan cuenta del problema.
Cuando era adolescente, vine al Señor por medio de una denominación legalista. Chupe ese evangelio del legalismo durante mucho tiempo, y estaba rodeado de personas legalistas. También yo, sin saberlo, era uno de ellos. Pero Dios fue misericordioso.

El Evangelio del Libertinaje

Reaccionando al legalismo y a la devastación que ese pecado trae a las personas, algunos han aceptado el evangelio del libertinaje. Los libertinos son los que viven de la manera que les viene en gana y evaden el Señorío de Jesucristo y todo lo que ello representa. Ellos están preparados para justificar cualquier carnalidad sacando de su billetera la “tarjeta de la gracia” la de “Cristo me hizo libre”, o la tarjeta de “No me juzgues”. Para los libertinos, la gracia viene a ser la licencia para vivir en la carne y para silenciar sus conciencias. (Véase Judas 4)
Algunos libertinos razonan que pueden continuar cualquiera de sus transgresiones  porque “Dios puede con eso”, a pesar de la carnicería espiritual que ocasiona. De cualquier forma, la marca del pecado es que produce dolor innecesario en las vidas de otros.
El amor y el pecado son totalmente opuestos. El amor es beneficiar a otros a costa de ti mismo. El pecado es beneficiarte a ti mismo a costa de otros. El pecado es egoísmo, el amor es desinterés y preferencia por los demás. El amor es muchísimo más fuerte que el pecado, de la misma manera que la Vida de Dios es más poderosos que la naturaleza de Satanás, y “El amor cubrirá multitud de pecados” - 1 Pedro 4:8
Algunos libertinos llegan tan lejos en su engaño que han reinventado a Jesús en su propia imagen para justificar su rebeldía contra el Señor y se esconden detrás de sus charlas espirituales. Siguen a un Cristo creado a la carta y personalizado. Otros han ido tan lejos que llegan a ser prácticamente ateos.
Notemos que existen diferentes grados de legalismo y grados de libertinaje. Pero estas descripciones pueden ayudar a entender un poco el sabor de cada uno de ellos. Para resumir, podríamos decir que el libertino vive como si no existiera Dios, y el legalista vive como si él o ella fuera un dios para todos los demás.
Ambas actitudes son incompatibles con nuestra vida en Cristo.

El Evangelio del Señorío y Libertad en Cristo Jesús

Lo que complica aún más la situación del legalista es que él o ella no saben que lo son, y tienden a mirar a todos los que no son legalistas como libertinos.
Y el libertino no sabe que él o ella están en la trampa del libertinaje, y tienden a mirar a los que no son libertinos como si fueran legalistas.
El engaño es muy sutil, y sin la iluminación del Espíritu Santo, es muy difícil, o casi imposible  romperlo. La verdad es que “Todos hemos pecado y estamos destituidos (nos quedamos cortos, o no alcanzamos) de la gloria de Dios” –Romanos 3:23
Y todos necesitamos a Jesucristo para que nos perdone, nos libere, y nos mantenga cada día separados de los dos males, los hechos carnales y la santurronería de la carne.
En contraste con los evangelios del legalismo y del libertinaje está el evangelio de Jesucristo que Pablo mismo predicó, un Evangelio que me gusta llamarlo el Evangelio del Señorío y de la Libertad.
Jesús es Salvador y Señor. Someterse al Señorío de Jesucristo nos libera de la esclavitud de la santurronería de la mente carnal por un lado, y de las obras de la carne por el otro. El legalismo es la falsificación del Señorío de Jesucristo en nosotros, y el libertinaje es la falsificación de le libertad del Espíritu Santo de Dios en nosotros.
La verdad es que la sumisión al Señorío de Jesucristo es la puerta que nos conduce a la libertad del Espíritu.
El evangelio del Nuevo testamento está fundamentado y arraigado en la realidad – el Jesús real – y nos hace libres de la deshonra de la carnalidad y de la santurronería de la carne. Ambos problemas proceden del mismo árbol, el árbol de la ciencia del bien y del mal. Ambos traen esclavitud y causan muchísimo dolor y sufrimiento en la vida de los demás, porque ambos estados violan la ley del amor y de la naturaleza misma de Dios.
Una de las cosas que he aprendido en mi caminar espiritual es que cuanto más cerca de Jesucristo estamos y cuanto más lo conocemos, menos posibilidades tenemos de caer en el pecado de la santurronería y de la auto justicia. Cuanto más tengamos de Él en nosotros, menos duros, intransigentes y egoístas seremos y trataremos a los demás. Que Dios nos ayude a todos.
Aquellos que viven sometidos directamente al Señorío de Jesucristo poseen la libertad de amar genuinamente a los demás. (Gálatas 5: 1-6)

Dios te bendiga.

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