martes, 5 de enero de 2016

Cristo se hizo pobre por nosotros | Textos fuera de contexto

Cristo se hizo pobre por nosotros | Textos fuera de contexto

“Porque conocen la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico, sin embargo por amor a ustedes se hizo pobre, para que por medio de Su pobreza ustedes llegaran a ser ricos”, 2 Corintios 8:9

“¡Dios quiere que seas rico!”. De seguro has escuchado esta expresión. Quizás hasta has visto este versículo ser usado para explicar y justificar que la muerte de Cristo garantiza prosperidad económica. Y es que este es un clásico ejemplo de un versículo que es tomado para injertarle un significado que no le corresponde. Esa es una costumbre común cuando vamos a la Biblia para querer encontrar justificación a alguna de nuestras creencias. Debemos recordar que la Biblia no es un formulario o recetario adonde vamos para tratar de encontrar lo que queremos. La Biblia contiene lo que en realidad necesitamos, pero es ella misma la que nos lo revela, la que discierne nuestras almas y nos confronta con la verdad. Debemos venir a la Biblia para que sea ella la que nos hable, no nosotros usarla para darle expresión a nuestras propias ideas o invenciones.

Este texto de 2 Corintios es uno muy usado para promover el mal llamado “Evangelio de la Prosperidad”. Digo mal llamado porque no es en verdad un evangelio. No son buenas noticias. Es una terrible distorsión del evangelio de Jesucristo, una deformación del asombroso mensaje que Jesús vino a morir por nosotros para darnos vida en y con Él por toda la eternidad. Este “evangelio” rebaja esas buenas nuevas al cambiar el objetivo de la muerte de Jesucristo; ya no es para llevarnos a Dios, sino que es para que tengas una vida de prosperidad y holgura en este mundo. El verdadero evangelio nos anuncia que Cristo murió para darnos de Su vida abundante y para que la disfrutemos con Él por la eternidad. El falso evangelio te dice que debes buscar una vida “buena” en el aquí y el ahora, gozando de las riquezas de este mundo.

Algo mayor que dinero

El texto que estamos considerando no enseña que Cristo vino a la tierra para proveernos riqueza material. Tiene otro significado. Uno de mucho mayor importancia. 2 Corintios 8:9 inicia con el recordatorio a los corintios de que ya “conocen la gracia de nuestro Señor Jesucristo”. Esa es la gracia de Dios en referencia al verdadero evangelio, la gracia manifestada en la iniciativa de Dios mismo en venir a rescatarnos de nuestra perdición. Ellos ya la conocen y deben siempre recordarla. Nunca debemos olvidar lo que Él hizo por nosotros. Ese acto de humillación y sacrificio voluntario con el fin de ofrecernos el perdón por nuestros pecados y una vida eterna completamente inmerecidos.

Si leemos el contexto del pasaje nos daremos cuenta de cuál es la razón de este versículo. Este fragmento es un paréntesis en un argumento de Pablo para con la iglesia en Corinto, llamándolos a que sean liberales y fieles en su promesa de dar de sus bienes materiales para aliviar la necesidad de la empobrecida iglesia en Jerusalén. El autor toma como ejemplo el sacrificio de nuestro Señor Jesucristo para demostrar que, si Él estuvo dispuesto a empobrecerse, los corintios, así como las iglesias de Macedonia (2 Co. 8:2-3), deberían también estar dispuestos a dar con una riqueza de liberalidad. Los macedonios le suplicaron, a pesar de su pobreza material, que les concediera el privilegio de poder aportar para esa necesidad (2 Co. 8:4), y Pablo quiere que los corintios también muestren esa misma disposición sacrificial. Todo el capítulo 8 de 2 Corintios no apunta a que Cristo murió para que los cristianos tengan más posesiones, sino para que den de lo que ya tienen.

Alguien mayor que las riquezas

Cuando Pablo nos habla de que Cristo se hizo pobre, está pensando en el ejemplo de vida que el mismo Señor nos dejó. Jesús se humilló a sí mismo, despojándose de sus prerrogativas divinas de gloria para tomar forma de siervo (Fil. 2:6-7). Un siervo que nació en un pesebre, creció como hijo de un carpintero, y, cuando salió a llevar a cabo su ministerio, lo hizo sin tener un lugar en donde recostar su cabeza (Luc. 9:58). Cristo vino no para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos (Mat. 20:28). Cristo se empobreció porque Él era el precio a pagar por la salvación de nuestras almas. Se humilló hasta lo sumo, hasta el punto de morir desnudo, destrozado y consumido como un criminal maldito colgado de un madero (Gal. 3:13). Este es el pensamiento que consumía a Pablo; su Rey y Salvador se había humillado de esta forma para ofrecernos, de manera gratuita, la gran riqueza de ser llamados Hijos de Dios y coherederos con Cristo.

Pero además, Pablo está pensando en el llamado que Cristo hizo a sus discípulos a no vivir confiando en las riquezas materiales. Les llamó, y por ende a nosotros también, a nunca estar preocupados por nuestro sustento o vestir (Mat. 6:24-25) porque Él es capaz y suficiente para cuidar de nosotros. Nos alertó en contra de confiar y servir a las riquezas pues son engañosas y destructivas (Mat. 13:22; 1 Tim. 6:17). De hecho, nos advirtió que a los que tienen riquezas les es muy difícil entrar en el reino de Dios (Mar. 10:23). El mismo Pablo nos explica en otro lugar que la raíz de todos los males es el amor al dinero, ya que tiene el poder de extraviar de la fe salvadora y hundir a los hombres en la perdición (1 Tim. 6:9-10).

Cristo también habló de las riquezas mundanas como injustas, y anticipó a sus discípulos las riquezas verdaderas que habrían de recibir (Luc. 6:11). Por ello, nos llama como sus discípulos a hacer tesoro en los cielos, donde no hay ladrones ni polillas que lo destruyan, y lo hace en el contexto de estar aún dispuestos a despojarnos de las cosas materiales, siendo generosos con los pobres (Mat. 19:21; Luc. 12:33). Esto es diametralmente opuesto a un mensaje de enriquecimiento terrenal, y totalmente coherente con lo que leemos en 2 Corintios 8:9. Cristo nunca afirmó que vino a morir para hacernos ricos materialmente. Al contrario, vino para hacernos libres de las riquezas materiales.

El problema de malinterpretar

Entonces, ¿porqué es tan gravoso que algunos tuerzan el significado de este pasaje? Porque rebaja la riqueza del significado del sacrificio de Cristo. Es una terrible depreciación del gran valor del sacrificio de nuestro Salvador. Es darle a la muerte del Santo Hijo de Dios el despreciable valor de cosas temporales y vanas. Es decir que Cristo descendió del Cielo y se encarnó en el evento más significativo de la historia del hombre para que puedas tener un automóvil nuevo.

Jesús vino ofreciendo verdaderas riquezas espirituales. Vino ofreciendo riquezas de bondad, paciencia y compasión para aquellos que merecían su justo juicio y condenación (Rom. 2:4). Vino para llamarnos a que recibamos de las riquezas de la gloria de Su herencia en los santos (Efe 1:18), y a que vivamos por su bondad manifestando continuamente evidencia de las sobreabundantes riquezas de su gracia para con nosotros sus amados (Efe. 2:7). Son esas riquezas de su gloria las que nos llenan de gozo inefable (1 Ped. 1:8) y nos fortalecen con Su poder en nuestro ser. ¿Qué mayor riqueza puede haber mostrado Dios para con nosotros en que siendo aún pecadores seamos ahora llamados Hijos de Dios? (1 Jn. 3:1)

Perspectiva correcta

Pero entonces, ¿no es legítimo que una persona busque salir de su pobreza material? Creo que es indudablemente legítimo que se busque aplicar principios bíblicos, como el trabajo diligente, la frugalidad, y el ahorro. Y creo que Dios, por su gracia, prosperará a dicha persona. Pero el apóstol Santiago, al poner el ejemplo de los pobres, nos dice que Dios los escoge, pero no para enriquecerlos materialmente, sino para que sean ricos en la fe, como coherederos del reino (Stg 2:5). También el autor de Hebreos nos señala el ejemplo de Moisés, que escogió identificarse mejor con el penoso oprobio de Cristo que con las riquezas de los tesoros de Egipto (Heb. 11:24-26).

El creyente virtuoso y maduro debe buscar mejor buscar identificarse con los sufrimientos de Cristo que con los placeres y bienes que este mundo ofrece. Pablo y los apóstoles consideraban un privilegio que a los creyentes se les concediera participar de los sufrimientos de Cristo (Rom. 5:3; Fil. 1:29; 1 Ped. 4:13). La Biblia nos enseña que las tribulaciones de este mundo, incluyendo la pobreza, son oportunidades que se nos da para crecer en piedad y para glorificar a nuestro Dios por medio de nuestra respuesta en fe y confianza de que es Él quien tiene cuidado de nosotros. Debemos procurar ser fieles en nuestro trabajo y aplicar principios bíblicos de mayordomía con los recursos que Él nos ha dado. Pero no por amor al dinero, sino por amor al Dador. Y aun en esto, como Pablo instruyó a los corintios, es para abundar en dádivas a los necesitados, no para ensanchar nuestras posesiones.

Conclusión

Este pasaje en 2 Corintios es un hermoso recordatorio de la magnanimidad del evangelio de Jesucristo. Es ese testimonio el que nos debe llamar continuamente a la liberalidad, a dar a otros de gracia de lo que por gracia hemos recibido. Pero también nos señala que la Biblia nos llama específicamente a buscar, no la riqueza material, sino la riqueza espiritual. Somos llamados a ser ricos en Cristo. A buscar la riqueza que procede de una verdadera y profunda comprensión en el conocimiento de la persona de Cristo (Col. 2:2). Él es al final de cuentas, nuestra máxima riqueza. Él es nuestro absoluto tesoro.

1 comentario:

  1. Jesús recibió una heredad por parte de los sabios que vinieron del oriente,o no se recuerda que ellos trajeron oro,incienso,mirra,plata y otras cosas de muy alto valor y no en pequeñas cantidades. No fueron tres solamente,era una caravana de muchos hombres para poder resguardar semejante botín a través del viaje que realizaron desde lejos.

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