martes, 5 de enero de 2016

Probando a Dios con nuestros diezmos | Textos fuera de Contexto


Probando a Dios con nuestros diezmos | Textos fuera de Contexto


En mis primeros años como misionero en Argentina aprendí mucho acerca de la gran escasez de sana enseñanza en las iglesias locales. Un domingo recuerdo que pasaba la misma persona de siempre a hablar de la ofrenda, haciendo una especie de mini-sermón. Recuerdo cuando dijo algo así como, “Reprendemos el devorador y declaramos prosperidad y trabajo”. Él estaba haciendo una conexión directa entre la ofrenda y la prosperidad económica de las personas. ¿Te suena familiar?




Lo que no me di cuenta en ese momento es que él estaba citando una porción del libro de Malaquías. Específicamente en el versículo 11 del capítulo 3, la primera parte dice así, “Por ustedes reprenderé al devorador…”. Cuando uno mira todo el pasaje (desde el v.10) dice así,

“Traigan todo el diezmo al alfolí, para que haya alimento en Mi casa; y pónganme ahora a prueba en esto –dice el Señor de los ejércitos– si no les abro las ventanas de los cielos, y derramo para ustedes bendición hasta que sobreabunde. Por ustedes reprenderé al devorador…”.

Este pasaje es usado para decir que Dios nos bendice cuando ofrendamos y reprende todo aquello que impide nuestra prosperidad económica. En esencia, lo que están enseñando es que ofrendar y diezmar es un buen negocio, una buena inversión. Yo doy, y como resultado me va a ir mejor económicamente.

No a nosotros, pero para nosotros

Alguien dijo que La Biblia no fue escrita a nosotros, sino para nosotros. Quizás hayas escuchado la historia del hombre que pedía que Dios le hable a través de la Biblia abriéndola al azar. Después de hacer su oración, voltea las hojas al azar, pone su dedo y llega a este pasaje, “Y él, arrojando las piezas de plata en el santuario, se marchó; y fue y se ahorcó” (Mateo 27:5). Intenta de nuevo, cierra los ojos, y cuando los abre, lee así, “Ve, y haz tu lo mismo” (Lucas 10:37). No lo puede creer, pero intenta una tercera vez y lee, “Y lo que vas a hacer, hazlo pronto” (Juan 13:27). Es un ejemplo exagerado del peligro de divorciar el pasaje de su contexto e intentar aplicarlo directamente a nuestra vida. Pero es eso lo que se hace a menudo.

Es de vital importancia el entender el mensaje que fue revelado en su contexto original antes que podamos entender cómo aplicarlo hoy. Necesitamos entender qué es lo que Dios estaba diciendo originalmente en el libro de Malaquías antes de que podamos entender qué es lo que Dios nos quiere decir hoy a nosotros. Quisiera ofrecer tres observaciones contextuales importantes para entender este pasaje, y después concluir con tres pensamientos a modo de aplicación. 


Observando el contexto

1. Contexto histórico. Malaquías ocurre aproximadamente unos cuatrocientos años antes del nacimiento de Cristo. Es un tiempo en que los judíos están nuevamente en su tierra (bajo dominio Persa). Hace más de un siglo atrás Dios había usado a personas como Esdras, Hageo y Zacarías para reedificar a un pueblo que había estado cautivo por setenta años en la nación de Babilonia. Pero para cuando llegamos al tiempo de Malaquías, encontramos una nación que había caído en mediocridad, apatía y desobediencia. Es en este contexto histórico que se escribe el libro.
 


2. Contexto teológico. El mensaje de Malaquías 3:10-11 fue dado originalmente a la nación de Israel, una teocracia. Dios había revelado en Deuteronomio 28 que había bendiciones muy específicas por obedecer y maldiciones concretas por desobedecer la ley mosaica. Una de las áreas de desobediencia era en el área de los diezmos. El resultado de no dar como correspondía según la ley mosaica era que Dios mismo podía intervenir en el clima, a tal punto que no habría buena cosecha (la frase “abriré las ventanas del cielo” se refiere a una lluvia tanto literal como figurativa de bendición).

El versículo 9 de Malaquías nos dice que toda la nación estaba maldita. Las cosas no les estaban yendo bien como nación por desobedecer el pacto mosaico. En el libro de Hageo pasa algo similar: el pueblo había dejado de construir el templo y vivían cómodamente en sus hogares. Dios les muestra cómo les iba mal por tener prioridades equivocadas. Cuando la nación se arrepiente, Dios los empieza a bendecir.

3. Contexto gramatical. Los diezmos que habla acá afectaban directamente a los que servían en el templo. Era esencialmente la comida para los sacerdotes y levitas. La reprensión del devorador tenía que ver con las plagas que afectaban la cosecha. La plaga era una forma de juicio en el AT (ej. el libro de Joel). Dios iba a frenar esto si la nación se arrepentía y obedecía. 






Aplicando el texto

1. La teología de la prosperidad. Odio el evangelio de la prosperidad. Distorsiona el evangelio. “Utiliza” a Dios para lograr nuestros fines egoístas. Este pasaje se ha utilizado para motivar a la personas con culpa o con promesas falsas para que ofrenden. Hay muchas personas que rechazan el verdadero evangelio por haber estado expuesto a este mensaje. Explicar esto a otros nos permite corregir falsas percepciones del verdadero evangelio, y nos permite entender que Malaquías 3 tenía un contexto y muy diferente al nuestro.

2. La cantidad que damos. No somos Israel. No somos una nación teocrática. No todo lo que Dios dijo a Israel se aplica directamente a nosotros. El Nuevo Testamento no habla de un diezmo sino de ofrendar según uno haya prosperado (1 Corintios 16:2). El 10% es una buena guía (como lo es un día de descanso en la semana); pero es un piso, no un techo. Y el énfasis del dar en el Nuevo Testamento es la actitud del corazón.

3. La motivación por la cual damos. Jesucristo se dio a sí mismo por nosotros, y Su sacrificio debería ser nuestra motivación al dar. Cuando damos, estamos respondiendo en gratitud a Su entrega por nosotros. Además, estamos expresando nuestra confianza en Dios y reconociendo que todo lo que tenemos es de Él. Agustín dijo que no es lo que posee el hombre que realmente importa tanto como lo que posee al hombre. El uso del dinero y nuestra disposición de dar indica si el dinero es nuestro amo o si es nuestro siervo.


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