¿Quiere Dios prosperarme? | Textos fuera de contexto
Cuando era adolescente fui traductor para un ministerio de asistencia médica que recibía grupos de misioneros por un período corto. Cada semana recibíamos un grupo nuevo y nos dirigíamos a diferentes localidades para proveer cuidado médico a personas en necesidad. Al comienzo de cada jornada, el pastor compartía un devocional con el grupo, y una y otra vez él decía que Dios le había revelado un pasaje que estaba dirigido para ese grupo en particular. El pasaje siempre era Jeremías 29:11, y la interpretación siempre sería que Dios quería prosperar a cada uno en el grupo.
Jeremías 29:11 es uno de los pasajes más leídos y citados de las Escrituras. De hecho, según biblegateway.com, este fue el versículo más leído en el 2011, y el número 2 en el 2012 y 2013. Su popularidad se basa en su aparente mensaje:
“Porque Yo sé los planes que tengo para ustedes, 'declara el Señor' planes de bienestar y no de calamidad, para darles un futuro y una esperanza”.
Dios lo sabe todo; tiene un plan; el plan es bueno para nosotros; tenemos esperanza. ¿Cuál es el problema entonces?
El primer problema: el contexto
El libro de Jeremías fue escrito para la nación de Israel, en un momento donde estaban en el exilio y desesperanzados. A causa de su desobediencia e idolatría, Dios permitió que Babilonia no solamente se apoderara de su tierra, sino que los desterraran. Esto es muy significativo, porque Dios directamente les dio la tierra y era una bendición prometida a ellos a través de su padre, Abraham.
Para los israelitas, que se les arrebatara su tierra era como si Dios les estuviera quitando lo que había prometido darles. Naturalmente, puesto que la mayoría de Israel le había dado la espalda a Dios, empezaron a clamarle durante la opresión. Así que Dios hizo lo que usualmente hacía en esta situación, y les envió una voz para que les hable en Su nombre: Jeremías.
Los profetas frecuentemente hablaron en el nombre de Dios y les recordaron a los israelitas de Sus promesas y liberación. Sin embargo, el mensaje de Jeremías no fue positivo al principio; él prometió juicio y exilio:
“Toda esta tierra será desolación y horror, y estas naciones servirán al rey de Babilonia setenta años”, Jeremías 25:11.
Jeremías promete en el nombre de Dios que ellos vivirán en el exilio bajo Babilonia por 70 años. Pero él no solo imparte un mensaje de ruina y juicio: él da instrucciones sobre cómo deben vivir mientras estén en el exilio, y les da esperanza para un futuro cuando retornen a la tierra. De esto se trata Jeremías 29. Se les instruye a los israelitas a cuidar la ciudad, ayudar a sus opresores, orar por ellos, huir del engaño y no escuchar los falsos profetas quienes buscan solamente su propio bienestar. Falsos profetas que hablarían mentiras en el nombre de Dios y harían promesas que Él no prometió (29:21-23).
El punto es, si nosotros reclamamos que Jeremías 29:11 es una promesa directa de Dios para nosotros, entonces también debemos reclamar que Jeremías 25:11 es una promesa para nosotros. Nos gusta reclamar las promesas de prosperidad y bienestar, pero ninguno reclama la promesa del exilio babilónico por 70 años. ¡No funciona!
El segundo problema: las consecuencias
Al asumir que la promesa es para nosotros, entonces tenemos una idea equivocada sobre lo que Dios promete, y sufriremos las consecuencias de tal idea. Cuando leemos este versículo como una promesa personal de prosperidad, cada persona llegará a su propia conclusión de lo que prosperidad significa para ella. “Después de todo, si Dios me está prometiendo que Él tiene planes para prosperarme, entonces Su plan debe complacerme a mí”. Y así con cada individuo.
El pasaje no dice esto. Incluso para los israelitas, Dios no le estaba prometiendo a cada uno que llegaría a ser rico, o sano, o vivir una larga vida. Más bien, al ver el contexto de este pasaje (como lo hicimos antes) nosotros sabemos realmente cuál es el plan de Dios. La Biblia de estudio ESV lo resume bien cuando dice, “el plan de Dios para los exiliados es bienestar (shalom en hebreo), no mal o ‘calamidad’. Habiendo buscado el shalom de Babilonia, los exiliados recibirán el shalom de Dios en la forma de un futuro y una esperanza en su tierra”. El plan de Dios de prosperarlos era traerlos de regreso a casa y ser restaurados como una nación. Era una promesa nacional, no individual.
Si no tenemos este entendimiento del pasaje, entonces estamos expuestos a asumir que Dios comenzará a prosperarnos en cualquier aspecto de la vida que deseamos, y cuando esto no suceda (o por lo menos no suceda de la manera que deseamos), sentiremos amargura contra Dios.
El texto en su contexto
Entonces, ¿Jeremías 29:11 no tiene nada para nosotros? ¡Por supuesto que sí! Al escuchar “…planes de bienestar y no de mal…”, nuestra reacción no debe ser de rechazo. Este texto es parte de la Palabra de Dios y fue escrito para nuestro beneficio (Romanos 15:4). Lo podemos leer y aprender del carácter de Dios y de su plan redentor. Él es soberano, Él está en control, Él juzgará el pecado, Él es misericordioso, Él cumple sus promesas, y Él da esperanza futura a aquellos que escoge, aun cuando no hayan guardado su parte del pacto.
Si vemos este evento en el gran plan de la historia redentora de Dios, entonces este pasaje puede darnos esperanza de que Dios es bueno, confiable, y poderoso para guardar sus promesas. Más todavía, podemos regocijarnos en que hemos visto sus promesas cumplidas en Jesús, quien es la prosperidad en sí mismo, y que más que cualquier otra cosa que pudiera darnos, se ofreció a sí mismo como ofrenda por nuestros pecados. Dios proveyó a Jesús y Él es suficiente.
El tomar algo que Dios dijo y decir que dice otra cosa es una característica de los falsos profetas, que hicieron falsas promesas en el nombre de Dios (vea el caso de Hananías en el capítulo 28 de Jeremías como un ejemplo perfecto de un profeta que prometió paz durante un tiempo cuando Dios había prometido juicio). Si queremos hablar acerca de la providencia de Dios, debemos buscar aquellos versículos que son más claros en cuanto al qué y al cómo Dios provee. Por ejemplo:
Hebreos 1:3 y Colosenses 1:17 nos dicen que la providencia de Dios se ve en que Él constantemente sostiene el universo, es decir sustenta el universo para que continúe existiendo.
Mateo 6:11 y Filipenses 4:19 nos dicen que Dios provee para nosotros en nuestras necesidades diarias.
Proverbios 16:1, 9, 20:24 nos dicen que Dios ordena nuestros pasos mientras nos dirige constantemente.
La provisión más grande de todas no se encuentra en una cosa, sino en una persona. Si necesitamos ver la mano providencial de Dios, solamente tenemos que ver hacia la cruz y ver cómo Él proveyó el regalo más grande de todos. Jesús se humilló a sí mismo y se convirtió en un siervo de los hombres, vivió una vida perfecta, murió una muerte perfecta, y venció la muerte a través de la resurrección. No hay más grande esperanza que podamos tener para nuestro futuro que Jesucristo.
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