martes, 5 de enero de 2016

Si fuéramos infieles, Él permanece fiel | Textos fuera de contexto

Si fuéramos infieles, Él permanece fiel | Textos fuera de contexto

“Palabra fiel es ésta:

Que si morimos con El, también viviremos con El;

Si perseveramos, también reinaremos con El;

Si Lo negamos, El también nos negará;

Si somos infieles, El permanece fiel, pues no puede negarse El mismo”,

2 Timoteo 2:11-13

En 2 Timoteo 2:13 encontramos unas palabras que, para muchos, representan una de las grandes promesas de la Biblia. Entienden que no importa cuán infieles lleguemos a ser, nuestro Dios permanece fiel. Su amor es absolutamente incondicional y, por lo tanto, no importa lo que hagamos o dejemos de hacer, Él continuará bendiciéndonos y cuidando de nosotros, como lo haría con el más fiel de Sus hijos.

“Si somos infieles, Él permanece fiel”. Observar esta afirmación de manera aislada puede llevarnos a concluir que, efectivamente, esta es una hermosa promesa. Sin embargo, cuando leemos este texto en su contexto nos damos cuenta que no es una promesa en realidad, sino mas bien una solemne advertencia.

El contexto inmediato

¿Cuál es el contexto de este pasaje? Pablo está alentando a su hijo en la fe, Timoteo, a que siga adelante haciendo la obra del ministerio a pesar de las dificultades que seguramente encontraría en el camino. Él le recuerda cuatro cosas:

Que servimos a un Mesías victorioso que murió y resucitó (2 Tim. 2:8).
Que el mundo puede perseguir a los cristianos, pero no puede detener el avance del evangelio (2 Tim. 2:9 – Pablo estaba en la cárcel, pero la Palabra de Dios no está presa).
Que Dios ha decretado salvar a los escogidos por medio de la predicación del evangelio (2 Tim. 2:10).
Y que Él es fiel a Sus promesas, lo mismo que a Sus advertencias (2 Tim. 2:11-13).
Es en este contexto que aparece la declaración que estamos considerando en este momento. Nuestro Dios es fiel a Su Palabra, porque Él no puede negarse a Sí mismo. Por lo tanto, podemos estar seguros de que si somos muertos con Cristo, también viviremos con Él. Por supuesto, eso no quiere decir que la única forma de salvarse es muriendo como mártires por nuestra fe. Pablo parece estar usando esa expresión en el mismo sentido de 1 Corintios 15:31, donde dice que él muere cada día por causa del Señor. También nos dice en 2 Corintios 4:10 dice que él lleva en su cuerpo “siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos”.

El llamado de Cristo a los suyos es un llamado a la muerte, a la muerte del “yo” y de nuestra propia seguridad, porque es un llamado a seguirlo a Él. Todo aquel que realmente va camino al cielo debe transitar por la misma senda que Él transitó; y ese camino primero pasa por la cruz antes de llegar a la gloria.

A esto también alude en la primera parte del versículo 12, al decir que “Si perseveramos, también reinaremos con El”. La vida cristiana conlleva un caminar, conlleva perseverancia. Nadie puede clamar que es un verdadero cristiano si no está dispuesto a someterse a la voluntad de Dios. No somos salvos por obedecer a Dios, ni por hacer buenas obras; pero todos aquellos que han sido salvados por gracia, por medio de la fe, muestran la realidad de la gracia y de la fe a través de su obediencia y de sus buenas obras, a lo largo de su vida, hasta Su regreso o que Él nos llame al hogar.

Promesas y advertencias

La fidelidad de Dios a Su Palabra opera también en el sentido contrario, dice Pablo a partir de la segunda mitad del versículo 12. Si negamos al Señor, “Él también nos negará. Si fuéramos infieles, Él permanece fiel. Él no puede negarse a Sí mismo”. El autor divino nos dice aquí que el Señor es fiel a Su advertencia de que Él negará a los que le nieguen. En otras palabras, si el Señor dejara de cumplir cualquiera de Sus promesas, estaría dejando de ser un Dios fiel. Pero lo mismo sucedería si dejara de cumplir alguna de Sus advertencias.

El Señor Jesucristo fue sumamente claro al respecto. Vemos en Mateo 10:32-33: “A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos”. El Señor es fiel en cumplir sus promesas: al morir con Él, viviremos con Él; al perseverar, reinaremos. Igualmente, Él es fiel en cumplir sus advertencias: si lo negamos, Él también nos negará, pues Él no se negará a sí mismo.

Hasta el final

Este no es el momento para entrar a discutir la doctrina de la perseverancia de los santos, pero algo es claro en las Escrituras: la única forma de saber que una persona está siendo preservada por Dios para salvación es si la persona está perseverando. Si se aparta de manera definitiva de la fe que profesa, esa es una prueba inequívoca de que nunca fue creyente (comp. Mt. 7:21-23; 1Jn. 2:19).

Esto debía animar a Timoteo, y a todos nosotros, a no descuidarnos. La salvación es segura para el que la tiene. Ningún verdadero creyente se perderá. Pero la única forma de confirmar la veracidad de nuestra fe es perseverando hasta el fin. Que la advertencia de 1 Timoteo 2:13 nos motive a la piedad tanto como las promesas de los versículos anteriores. En lo uno y en lo otro, Dios es fiel.

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