Mateo 5.8 Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.
Este pasaje sugiere que Dios no está tan interesado en nuestra “apariencia” como en nuestro corazón. Es decir, Dios no se conforma con una religión de apariencias, como la de los fariseos, de ritos, prohibiciones y obligaciones, sino en la pureza de nuestras motivaciones, deseos, y voluntad.
De ahí las continuas exhortaciones de Cristo: ¡Ay de vosotros escribas y fariseos hipócritas! Mateo 23.25-28. Nuestras prácticas religiosas pueden engañar a los hombres, pero no a Dios, quien es capaz de ver en lo más recóndito del corazón humano, aun aquellas cosas que podemos esconder de los demás.
No basta que tengamos apariencia de justicia, sino que seamos totalmente íntegros. Como está escrito: He aquí, tú amas la verdad en lo más íntimo, y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría, Salmo 51.6.
No basta tampoco con ser sincero, ni tener buenas intenciones, el apóstol Pablo era sincero en su persecución contra los cristianos, pero cuando se encontró con Jesús, reconoció que lo había hecho por ignorancia en incredulidad. 1Timoteo 1.12-13.
Dios exigen del creyente más que sinceridad y buenas intenciones. Si hay una historia bíblica que aclara esto es la de Uza. Aquel joven que al ver que el Arca de Dios iba a caer el carro y quiso evitarlo. Su intención fue buena, pero Dios lo fulminó allí mismo y al instante. 2Samauel 6.1-11.
Dios no tuvo en cuenta su sinceridad ni su buena intención, sino que quiso dar al pueblo una drástica enseñanza de que sus instrucciones debían ser respetadas, y Su Palabra obedecida.
Como Dios le dijo a Saúl por medio del sacerdote Samuel: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. 1Samuel 15.22.
¿Quién entonces puede ser limpio de corazón? Especialmente teniendo en cuenta que, como está escrito: Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Jeremías 17.9.
Pues, como dijo el Señor Jesús: Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. Mateo 15.19.
Realmente, muchas gente sincera y con buenas intenciones están siendo engañadas por su corazón, o por otros cuyo corazón les engaña a ellos. De esto es de lo que habla Pablo en 2Timoteo 3.13 al escribir: …mas los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados.
Repito, ¿Quién, pues, podrá decir que es limpio de corazón? Absolutamente nadie. ¿Por qué entonces Jesús anuncia esta bienaventuranza? Justamente para llevarnos hasta él, con el fin de clamar como David: Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio. Salmo 51.10.
El Señor es el Único que puede transformar nuestro corazón, como está escrito: Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Ezequiel 36.26.
La religión puede cambiar tu lenguaje, tu conducta externa, pero no pueden darte un corazón nuevo. Sólo Dios puede, y lo hace por medio de la fe en Su Hijo Jesucristo. Tal y como Pablo escribió: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. 2Corintios 5.17
Sólo así podremos tener un corazón limpio. Sólo así podremos disfrutar de esta bienaventuranza de ver a Dios. Porque como está escrito: Sin santidad nadie verá al Señor. Hebreos 12.14.
Oremos hoy como el Salmista: Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno. Salmo 139.23-24.
Recuerda que, como está escrito: Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. 1Juan 1.9.
Bendición
Pr. Nicolás García.
Amén
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